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Hacer fotos a la tierra es señalar un nuevo comienzo del mundo

Algo brilla entre la tierra. Un mineral, un plástico o un cristal. Qué poco sé del campo, de la tierra, en general. Aquel brillo detiene y atrae. Coger un puñado de tierra como un gesto primitivo. Pero ya no lo es, ya nada lo es. Las palabras y las imágenes que hacemos y leemos están lejos de aquello. Cómo conocer el tiempo y la memoria de la tierra, qué nos revela, cuál es la tierra que está por venir, cómo será su mundo. La Vega, al-Fahs en época musulmana — Fahs al-afyah , espaciosa vega–, significa un terreno habitado para ser cultivado: «extensa llanura cultivable, campo raso como vega» [1] . Un terreno que es infértil, que no es cultivable, es un terreno inculto. La agricultura, como la escritura, es una sofisticación de las formas del lenguaje. La tierra de labranza es una sofisticada amalgama: una retahíla de voces, historia, signos y memoria. Brillan los restos de azulejos, el esmalte de la cerámica; una moneda, quizás, o cualquier otro metal. Brillan también a mediod

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